Noticias Adventistas

Biblia

Los beneficios intelectuales del estudio de la Biblia

¿Sabía que leer la Biblia es muy bueno para el desarrollo intelectual? Conozca los beneficios en este artículo.


  • Compartir:
El estudio de la Biblia no se limita al ámbito religioso o espiritual. (Foto: Shutterstock)

Como afirma James Braga, “uno de los mayores privilegios que Dios concedió a sus hijos es la oportunidad de estudiar su Palabra”,[1] justamente porque en ella encontramos las orientaciones que él nos ofrece para vivir seguros, correctamente y de acuerdo con su voluntad. Sobre todo, la Biblia es el mapa que nos muestra el camino que conduce a la vida eterna.

Lea también:

Sin embargo, el beneficio del estudio de la Biblia no se limita al ámbito religioso o espiritual. La autora norteamericana Elena de White afirma categóricamente que “Como medio de educación intelectual, la Biblia es más eficaz que cualquier otro libro o que todos los demás libros juntos”.[2] Esta afirmación es sorprendente. Es posible que algunas personas digan: “No tengo dudas de la importancia de la Biblia para mi vida espiritual. Pero ¿cómo me puede ayudar en mi cognición, en mi inteligencia?

De acuerdo con Elena de White, la contribución intelectual de la Biblia se fundamenta en tres características de la Escritura:

- La grandeza de sus temas;

- La elevada sencillez de sus expresiones;

- La belleza de sus figuras.[3]

Cuando analizamos esta declaración, captamos la riqueza oculta en una declaración tan modesta. Pensemos en cada uno de estos ítems.

La grandeza de los temas de la Biblia

En cuanto a esta característica podemos afirmar que la sistematización de sus asuntos demanda un esfuerzo intelectual complejo: conocimiento (información), comprensión (entendimiento), aplicación (práctica), análisis (diferenciación de las partes), síntesis (esquematización), evaluación (juicio de valor). Como ejemplo podemos citar el esfuerzo necesario para la comprensión de temas amplios, grandiosos, como la lucha entre el bien y el mal; en este caso, no basta solo dominar la información de lo que significa la lucha entre el bien y el mal, porque su comprensión exige síntesis e inclusive evaluación.

Además, nuestra mente se expande ante la variedad de los temas bíblicos (polifonía), mientras que los libros “académicos” abordan solo un tópico (monofonía).[4] Pero, además, en los libros comunes, las ideas se encuentran entre el texto; en la Biblia, se nos lleva a un contexto más amplio, diferente del nuestro, y ese ejercicio, por ser complejo y desafiante, resulta un estímulo para la inteligencia.

También es importante observar que, mientras en un libro común el lector tiene un ambiente o contexto, la Biblia nos pone ante 66 contextos diferentes, lo que requiere una relación entre las partes y los contextos para su comprensión, exigiendo una mirada restrictiva y globalizada.

El profesor Sikberto Marks nos recuerda que la lectura de la Biblia permite la práctica de diversas estrategias que desarrollan el intelecto:

- Meditación (atención intensa del espíritu sobre un asunto).
- Reflexión (examen de conciencia, que desarrolla el sentido crítico y subyuga la ingenuidad).
- Observación (examen atento y minucioso).
- Comparación (enfrentamiento de ideas).
- Cultivo y perfeccionamiento de principios (los principios son la esencia del gobierno de la mente).[5]

La elevada sencillez de las expresiones bíblicas

En lo referente a esto podemos afirmar que, por increíble que parezca, la simplicidad exige un “doble razonamiento”: primero para comprender lo difícil, y después para “traducir” eso en un lenguaje comprensible, común. Eso significa que hablar difícil es fácil; lo difícil es hablar fácil. Lo importante de eso es que las declaraciones simples armonizan con la vida diaria, de modo que la lectura de la Biblia nos torna capaces de una mejor comprensión de la vida “compleja” y de la vida “común”.

Imagine la sencillez y al mismo tiempo la profundidad escondida en versículos como “Jehová es mi pastor, nada me faltará”. O “el reino de los cielos es semejante a la levadura”. O también “todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.

Al mismo tiempo en que esas afirmaciones sugieren cosas fácilmente comprensibles, como el cuidado de Dios por nosotros o la manera como Dios trabaja en nuestra vida, también es verdad que ellas nos enfrentan con temas profundos: ¿por qué a veces, aparentemente, Dios cuida de unos y no de otros? ¿Por qué Dios alcanza rápidamente el corazón de unos, mientras otros demoran tanto en entregarse a él?

La belleza de sus figuras

Finalmente, la otra característica de la Escritura que contribuye al desarrollo de nuestro intelecto. No hay duda de que las diversas metáforas y parábolas de la Biblia de cierto modo nos llevan al mundo de “jugar a ser”, de lo imaginario, haciendo posible la creatividad, la libertad y una mayor aplicabilidad. Por otro lado, los temas profundos y espirituales se hacen más comprensibles y concretos a través de las imágenes que presenta la Biblia, así como también ayudan a fijar el conocimiento.

Gracias a Dios por su Palabra, la cual nos alcanza en todas las esferas de nuestra existencia, inclusive la intelectual. ¿Cuál es nuestra respuesta? La mejor, sin dudas, es hacer de la Escritura nuestro libro de referencia, leyéndola y meditando en ella diariamente. Y, lo mejor: seguir sus orientaciones.


Referencias:

[1] James Braga. Como Estudar a Bíblia. Deerfield, Florida: Vida, 1989, p. 7.
[2] Elena de White. La educación, Florida, Buenos Aires, Asociación Casa Editora Sudamericana, 1998, p.124.[3] Ibíd.
[4] Sikberto Marks, Ruptura da Mente: Excelência Profissional Através da Leitura e Estudo de Pérolas - A Estratégia Revolucionária do Alto Desempenho Pessoal no Terceiro Milênio. Ijuí - RS: [s. n.], 1998, p. 272.[5] Sikberto Marks, Ruptura da Mente, p. 281-285.

Adolfo Suárez

Adolfo Suárez

Escuchando la voz de Dios

Reflexiones sobre la teología y el don profético

Teólogo y educador, es el actual decano del Seminario Teológico Adventista Latinoamericano (SALT) y Director del Espíritu de Profecía de la DSA. Máster y Doctor en Ciencias Religiosas, con posdoctorado en Teología, es autor de varios libros y miembro de la Sociedad Teológica Adventista y de la Sociedad de Literatura Bíblica.